lunes, 22 de noviembre de 2010

VAGOS Y MALEANTES

En los años 90,s vivía en una país sudamericano, ahí  me compre una furgoneta tipo pick-up de segunda mano (ó más), al cabo de un buen tiempo de circular por aquellas carreteras, un día me detuvo un control policial. Me pidieron mi documentación y la del vehiculo, no tenía por que preocuparme, no había cometido ninguna infracción y supuestamente todo estaba en regla y legal. Me solicitaron que abriera el capo del vehiculo, cotejaron los números del bastidor y el del motor con los de la documentación del auto. Y cual fue mi sorpresa  cuando un agente policial me comunico que en un número del motor no coincidía con la documentación, me lo hizo observar y efectivamente el último número parecía manipulado. Cuando compre el vehiculo, nunca se me ocurrió verificar estas cosas, confiaba plenamente con la persona que me lo había vendido, desconcertado, así intente explicarlo a los agentes policiales.
Después de ciertas deliberaciones entre los agentes, uno de ellos se dirigió hacia mi comunicándome la sospecha que el vehiculo fuera robado, quedaba éste requisado y yo retenido hasta concluir la investigaciones pertinentes.
De nada sirvieron mis quejas, me llevaron con un Jeep a una dependencia policial, un agente rellenó un informe y me pidió todos mis efectos personales, los cordones de los zapatos y la correa de los pantalones, lo colocó todo en un sobre, mientras tanto pude hacer una llamada a mi familia y a continuación me encerraron en una celda en compañía de otras personas.
En aquel tiempo, el país sudamericano tenía vigente una ley denominada “de vagos y maleantes” que permitía a las fuerzas del orden público, retener a los sospechosos 72 horas, con el fin de reclutar pruebas suficientes,  transcurrido dicho tiempo, o se presentaban delante del juez o careciendo de ellas tenían que liberar al sujeto. Ley conflictiva que permitía a la policía cometer arduos abusos. Con el tiempo, parece ser que la ley fue derogada o rectificada.
La cuestión es que a pesar de que mi familia enseguida me proporciono un abogado, las diligencias para mi liberación trascurrieron 24 horas, es decir 2 días y una noche.
No voy a describir los pormenores de mi estadía, solo la angustia y el sentimiento opresivo que se genera detrás de unas rejas. No sabría expresarme lo suficiente para aquello que es solo comprensible a trabes de la experiencia.
La problemática del vehiculo termino resolviéndose favorablemente y yo libre de toda sospecha.

sábado, 20 de noviembre de 2010

ELECCIONES

En estos día, un bombardeo propagandista me azota. Próxima mente elecciones Autonómicas. Ya estamos en campaña (yo no, los políticos).
A pesar de tanta publicidad, no llego ha enterarme de las propuestas de los candidatos, parece que esto es lo de menos en los tiempos que corren. Lo importante son las descalificaciones y el desprestigio entre los candidatos, como si se tratara de trepar por encima unos de otros, de una carrera loca obsesionada para alcanzar la poltrona. Que locura, cuanta ambición y ¿Qué propósitos albergaran para gobernar? ¿enriquecerse? ¿poder?.
 Me pregunto si lo del bien común, el servicio a la comunidad, governar con justicia, con honestidad, capacidad y demás virtudes, les suena de algo a los aspirantes y a sus partidos.
Cuando leo el poema de Lao-Tseu, un sabio de la antigüedad  y miro hacia la realidad de los actuales gobernantes, también me pregunto ¿Cuando hemos perdido el norte?

“¿Qué han hecho el río y el mar
para ser reyes en los cien valles?.
Se han puesto debajo de ellos
Y por eso reinan en los cien valles.
Si el Santo quiere estar encima del pueblo,
que sepa primero hablar con humildad.
Si quiere encabezar el pueblo,
que se ponga en él último lugar.
Así está el Santo encima del pueblo
y no le parece pesado,
dirige al pueblo
y no le parece pesado,
dirige al pueblo
y no hace sufrir al pueblo.
Con gusto lo ponen en la cabeza
y no se cansan del él.
Como no rivaliza con nadie,
nadie puede rivalizar con él.”

                          Lao-Tseu



miércoles, 17 de noviembre de 2010

ADICCION

Hace unos 15 años, era un fumador compulsivo, consumía una media de 20 cigarrillos diarios o lo que es lo mismo, una cajetilla, para algunos, mucho, para los que consumen dos, poco. Conocía el perjuicio de tal actividad sobre mi cuerpo, siempre pensaba que algún día tendría que hacer el esfuerzo y abandonarlo para siempre. Hubo algún intento que otro, pero nunca con éxito, cada vez me parecía más difícil. Podía justificarlo fácilmente, me decía que era un placer, sobre todo después de una buena comida, acompañando un buen café ó compartiendo con los amigos en fiestas, bares ó reuniones, pensaba que era placentero y que  no importaba mucho si no hacía el esfuerzo de abandonarlo, incluso acuñaba con una sonrisa la típica frase del fumador “¡¡ de algo hay que morir!!”.
Un día, por ciertas circunstancias, tuve que quedarme en mi casa durante dos días, solo, sin poder salir a la calle, sin poder conectar con ninguna persona. Tenía comida, bebida y todo lo necesario. Sin embargo me horrorice al darme cuenta que solo me quedaban dos cigarrillos.
Fueron dos días espantosos, después de consumir los dos cigarrillos, empecé a remirar toda la casa por si encontraba alguno olvidado en cajones ó armarios. Nada, no había nada, paso un buen rato y empecé a mirar los ceniceros por si quedaba alguna colilla aprovechable, nada de nada. Le daba vueltas a la cabeza para encontrar la forma de conseguir cigarrillos, pero no surgía nada.
Poco a poco el nerviosismo se apoderó de mí, me agitaba convulsivamente, buscaba incesante hacer cualquier cosa para evadirme de esta necesidad imperiosa de fumar, pero nada daba resultado, el nerviosismo fue subiendo de tono, empecé arrojar todo lo que se encontraba a mi alrededor a golpear las puertas con los pies y los puños,  daba golpes de cabeza contra las paredes, me arañaba y me provocaba dolor buscando aliviar aquel estado. Termine en la esquina de una pared, sentado en el suelo y llorando, acababa de experimentar la adicción, me hice CONCIENTE de que era un adicto, de que algo de fuera poseía el poder sobre mí, era un esclavo, carecía de mi propia voluntad . Era un ser totalmente condicionado.
Lloré amargamente, savia de sobras los efectos nocivos del tabaco sobre el cuerpo, de la posibilidad de adquirir cáncer de pulmón ó garganta, de las dificultades cuando tenía que hacer un esfuerzo físico,  del vicio, incluso del expolio económico que representaba, pero imposible saber de la adicción, porque cuando tenia deseos de fumar, la droga siempre estaba disponible, solo cuando no estuvo, se abrieron los ojos del conocimiento verdadero.
Una fuerza interna surgió de mí,  dispuesta a recuperar la voluntad y el poder que había perdido, ahora ya sabía a lo que realmente me enfrentaba. En el resto de tiempo, regreso cierta calma, combinada con espontáneos ataques de ansiedad, fui aguantando como pude las embestidas.
Llego por fin el tercer día, apareció por la puerta un familiar cargado de cajetillas de cigarrillos, supuso que las habría echado de menos. Le dije que las guardara, que había decido en estos dos días prescindir para siempre de los cigarrillos. La mirada del familiar fue de incredulidad.
Los días siguientes fui combatiendo los embates de la ansiedad, solo tenía que acordarme de los días malditos que pase, para que la fuerza surgiera de mí y ganara la batalla. Poco a poco en el transcurrir de los días, volví a recuperar mi voluntad y mi poder. No he vuelto a fumar jamás, tampoco he sentido la necesidad de hacerlo.

martes, 16 de noviembre de 2010

SAHARA

Algo grave sucede a los moradores de esta tierra lejana, las noticias son confusas porque a los mensajeros no se les permite la observación de lo que ahí ocurre verdaderamente. Se nos informa de posible brutalidad, muerte, sometimiento, persecución, masacre  y dolor, mucho dolor.
No es mi intención juzgar los hecho (que desconozco) ni a nadie, tampoco postular mi simpatía por un lado ú otro, ni dar razón ó quitarla. Lo que me preocupa, es esta clase de locura brutal que invade a la humanidad.
Siento empatía con todos aquellos que sufren sin saber porque y que se encuentran en medio de una locura colectiva,  aquellos que solo desean vivir en paz y ver crecer a los suyos, aquellos ajenos a las disputas, las ambiciones, los sometimientos, la manipulaciones e identificaciones.
Por lo visto, no hay suficiente para saciar la avaricia de los hombres.
Sería bueno recordar, que estamos de paso por este mundo, que venimos sin nada  y nos vamos con lo mismo, nada. Recordar también que la tierra produce lo suficiente y hay suficiente espacio para vivir.
Desde aquí  pido el cese de toda hostilidad, conciencia, dialogo y sobre todo paz.
Seamos pues CAMARADAS DE VIAJE, andemos en compañía, tratémonos con amistad y confianza.


lunes, 15 de noviembre de 2010

PRESENTACION

Escribo en este blog como el que escribe un mensaje, lo encierra en una botella y lo lanza al mar. Pocas posibilidades de que alguien lo lea, pero el hecho importante es plasmar los pensamientos y darles así materialización, la casualidad ó causalidad harán que alguien pueda leerlos. Sería vanidoso decir que tengo muchas cosas importantes que explicar, como dice la famosa frase “no hay nada nuevo bajo sol”, sin embargo se puede decir cosas desde una observación objetiva del devenir cotidiano, de los sucesos del mundo, del mundo y de la humanidad, la que esta cerca y la que esta  lejos, que toda compone los verdaderos CAMARADAS DE VIAJE.
En principio quería titular el blog compañeros de viaje, pero no se me aceptó por que ya existía el dominio, si embargo CAMARADA también define correctamente el propósito de este blog.  El diccionario dice de la palabra camarada:
1. com. Persona que acompaña a otra y come y vive con ella.
2. com. Persona que anda en compañía con otras, tratándose con amistad y confianza
 No quisiera que se asociara la palabra camarada con revolución, comunismo o como elemento de grupos de índole político ó religioso.
El que escribe ve a todas las personas como camaradas de viaje por la vida, cada quien con su singular andadura pero con un mismo recorrido, nacemos, crecemos, envejecemos y morimos, nadie es más ni tampoco menos y “nadie se queda para semilla”. En la andadura nos relacionamos, experimentamos y aprendemos, evolucionamos como seres humanos y dejamos las huellas para las próximas generaciones que continuará en la evolución.